Ayer llegaron las recomendaciones de lectura para el verano del plan lector de la biblioteca municipal, y me acerqué a la biblio a sacar algunos libros que me parecieron interesantes para “mayor”. Uno de ellos es El Ickabog de J.K. Rowling , y el otro es un cómic juvenil que acabo de terminar y que me ha parecido bonito y divertido.
De niña no me llamaron nunca la atención los cómics, pero ahora hay otro tipo de historias ilustradas, que llamamos novelas gráficas, tanto para adultos como para jóvenes lectores, que no son ni mangas, ni cómics clásicos de superhéroes musculados, ni historietas de personajes azules belgas o franceses, ni tebeos de paisanos groseros, tetas y cacas de perro.
Pese a que me interesan desde un punto de vista profesional, las novelas gráficas siguen sin ser mi preferencia a la hora de elegir lectura. Para mí, no alcanzan el desarrollo de la narrativa convencional, puede que sencillamente porque una novela gráfica extensa y compleja como una novela ocuparía una habitación entera.
Pero he leído algunas, y algunas me han gustado. Y ahora que a “mayor” le interesan, he leído algunas dirigidas a lector juvenil. Desde un punto de vista formal me parecen muy interesantes, y me llaman la atención. Pero el contenido no siempre está al mismo nivel que lo gráfico.
Últimamente la tendencia en juvenil es tomar uno o varios protagonistas jóvenes e introducir personajes y situaciones fantásticas, absurdas, monstruosas o feístas en la aparente normalidad. A veces es un poco cansado y aburrido.
Al grano. He terminado Y entonces nos perdimos de Ryan Andrews. Los protagonistas son niños, y dentro de lo normal aparecen personajes y situaciones fantásticas y/o absurdas, como es la tendencia, pero en este caso el feísmo es casi inexistente, y el relato es tierno y divertido. Un relato de amistad, generosidad, inconsciencia e ímpetu juvenil, envuelto en fantasía, donde la calidad y capacidad descriptiva de las imágenes es excelente. A lápiz y a mano. Toma ya.
A ver si “mayor” opina lo mismo que yo.
En la misma linea, tanto narrativa como gráfica, pero para lectores más pequeños, están los dos títulos de Caja.



Como parece que a él le gustan las aventuras de Hilda bastante más que a mí, también he sacado el último de la serie, Hilda y el Rey de la Montaña. Creo que entre los que hay en casa y los que hemos sacado prestados, se los habrá leído todos. Yo he ido viendo como Hilda ha ido proporcionándose y redondeándose, y como el trazo se ha ido haciendo más orgánico, alejándose del universo de Tove Jansson, de la que recomiendo leer (sin prejuicios de lo que debe ser narrativa para niños) las inquietantes aventuras de la familia Mumin ( La familia Mumin en invierno, La llegada del cometa o Papá Mumin y el mar).



De las novelas gráficas para adultos que he leído, me quedo con Los equinoccios, de Cyril Pedrosa, y Lydie, de Jordi Lafebre y Zidrou.
Eso es todo, amigos.