Libro de texto, sí, siempre!

Estoy trabajando en un libro de texto para sexto de primaria. Descarté esta profesora. Así se quedó y así la dejo, inacabada y a caja. Cuando empecé a interesarme por la ilustración infantil, los pocos ilustradores con los que hablé me dieron a entender que, para el gremio, en general, se veía el libro de texto como un trabajo puramente alimenticio, como un trámite o un “sine qua non” para poder dedicarse plenamente a lo que realmente querían, a hacer álbum ilustrado. Han pasado muchos años y seguramente esto ha cambiado.

Yo también empecé haciendo libro de texto y sigo haciendo libro de texto (siempre que me dejan) y me parece muy guay. He aprendido mucho gracias al libro de texto, en todos los sentidos. El libro de texto me ha “obligado” a dibujar cosas que nunca habría dibujado. Me ha “obligado” a dibujar, sin más. Me ha puesto a prueba a la hora de plantear escenas que deben cumplir ciertos requisitos. Me ha enfrentado a minutas imposibles que sólo el dibujo puede resolver. He tenido que documentarme sobre flora, fauna, construcciones, comidas y ropas, he tenido que fijarme en cómo es una silla de colegio, en la horquilla de una bicicleta, en cómo abre la puerta de un autocar escolar, … y dibujarlo. A mí, el libro de texto, me gusta mucho.

La parte fácil es que la editora o editor te dice lo que debes dibujar, así que el miedo a la hoja en blanco, a no saber qué dibujar, desaparece. La parte difícil, si te lo tomas en serio, es que lleva muchas horas de trabajo y el dibujo puede ser complicado a veces.

Es una lástima que este trabajo se esté perdiendo. No sólo para las ilustradoras, también para las editoras, las correctoras las asesoras, para las editoriales, para las imprentas, para las librerías, etc. Para toda esa gente que vive de recopilar, estructurar, verificar, procesar, compilar y ofrecer el conocimiento a los niños, en un formato manejable, “portátil”, revisitable, inagotable, sin baterías, sin enchufes, sin luz azul. Es una lástima que las niñas se lo vayan a perder.

En sexto de primaria tuve unos cuadernos de ejercicios de matemáticas comunes. Eran cuadernos a una tinta, en blanco y negro, muy sencillos, pero los recuerdo perfectamente porque los dibujos que acompañaban a los problemas eran muy divertidos. Me reí mucho con aquellos dibujos. Y saqué muy buenas notas… ah?