El peso

Me gusta todo Antiphon (Midlake, Bella Union Records, 2013). Puede que el instrumental Vale no tanto. Vale, puede que no. Y me gusta Midlake sin el prota de antes, aunque tengan temas superlativos gracias o a pesar de él (Roscoe, Young Bride, We gathered in Spring, Small Mountain, Rules, Ruling All Things, The Courage of Others). No sé. Porque como ya no voy a conciertos ni escucho apenas nada, ni busco nada nuevo, como hacía antes, pues no sé. Y hoy tampoco tengo ganas de ponerme a buscar nombres ni referencias ni enlaces.

Pensé que Antiphon era el mejor tema del disco, aunque siempre escuchaba The Old & The Young, que es sensacional, o lo delicado de Aurora Gone, ¿acaso no son preciosos los dos últimos minutos de Corruption? Lo que pasa es que a mí el que me resuena en las tripas, porque al final lo de la música es eso, por eso las críticas musicales no sirven de mucho, porque no puedes sustraerte a lo que te revuelve las tripas, que es todo menos objetivo, aunque pueden orientar a aquellas personas que tengan una flora intestinal acústica similar a la tuya, pues es This Weight.

Me resuena sobretodo por el tándem rítmico-vocal que abre y cierra el tema, básicamente. Después, por la voz de (ahora sí que voy a buscar su nombre, porque ya no lo recuerdo, porque me interesa y porque me gusta) Eric Pulido (aka el tierno E.B. The Younger). Por el estribillo, por la guitarra, por el teclado, por la amplitud distorsionada, por su final. Me gusta todo, mucho, a mí.

El principal problema de la crítica musical es que se elabora totalmente desde el pasado en base a la comparación constante. Es difícil hablar de música sin usar referentes pretéritos. Sin previos ni prejuicios, lo que hay es lo que uno siente, y construir (digo construir) una crítica musical desde lo inexpresable es complicado y altamente subjetivo.

Cualquier acto creativo requiere un esfuerzo enorme e invisible, generalmente poco valorado. Nada, bien hecho, es fácil. Ni hacer dibujos para niños, ni hacer un cómic para adultos, ni escribir un buen cuento, o una novela seria, o un poema decisivo, o componer un tema perenne. Al esfuerzo creativo (al pensar qué y cómo) se le suma el trabajo puro y duro, el rigor, las horas que lleva concretar y pulir, rematar o volver a empezar, si lo que se busca es que esa obra creativa sea bonita y esté bien hecha. El resultado puede ser bueno, malo o regulero, pero siempre hay que dedicar ese tiempo y ese esfuerzo para todo, porque, sin eso, el resultado siempre es el peor.

La crítica ya parte de ese esfuerzo de otros (en mayor medida que la obra creativa, porque hallazgos y referentes previos también cimientan esa obra), y generalmente disecciona, descompone y destruye, que es mucho más rápido y fácil que construir.